lunes, 12 de marzo de 2007

La Santísima Madre habla en Heroldsbach en la noche de expiación a las 23.40 horas a través de Anne.

Nuestra Señora dice ahora: Mis pequeños y amados hijos de María, hoy, en este día importante en esta noche de expiación, Yo, vuestra Madre Celestial, quiero daros algunas palabras de guía y amor. Siempre os cuido para que no os suceda nada que no esté previsto en el plan de vuestro Padre.

¡Cómo os mira con amor! Creed y confiad en que Él os ama y os protege en cada momento. Si un padre terrenal ya se preocupa tanto por vosotros, ¿cómo será con vuestro Padre celestial? Estáis encerrados en su corazón. Todo su amor brilla en vuestros corazones. Quiero agradeceros, Mis amados hijos, que hayáis venido a secar Mis lágrimas de nuevo. Mis lágrimas interiores mojan mi corazón. Se me hace cada vez más difícil contener Mis lágrimas.

Mi pequeño, ves cuán grande es Mi dolor por los muchos habitantes del mundo y por Mis hijos sacerdotes. Habéis venido a mi consuelo. Bajo Mi manto os salvaré. Cuanto mayor es Mi sufrimiento, más se enciende Mi amor por vosotros.

Salvad almas, especialmente almas de sacerdotes. Son especialmente preciosas para Mi Hijo porque en sus manos Su cuerpo será transformado. Pero tantas personas bendecidas y consagradas no creen en Su presencia y no practican el culto. Se han convertido en sacerdotes del mundo.

Cuánto sufro cuando se han quitado las vestimentas de sacerdote. Ya no profesan su santa y privilegiada vocación. Cuántas personas han caído a través de ellos. Sufro gran dolor por cada una de estas almas. Cada vez más culpa se acumula sobre culpa. Cuántas lágrimas aún tengo que derramar por ella.

Cómo gravemente insultan a Mi Hijo con cada comunión en la mano. Todavía no hay señal de que cesen estos crímenes. Cuán orgullosos se han vuelto de su propia eficacia. Cuánto los ama Mi Hijo y, sin embargo, extravían a sus fieles. Los laicos distribuyen Su Sagrado Cuerpo sin vacilación.

A los obispos se les instruye por vuestro Santo Padre terrenal para que obedezcan sus órdenes y le obedezcan. El afán de poder de estos obispos desobedientes debe llegar a su fin.

Mis hijos, ¿me ayudaréis a estar a Mi lado en esta noche de expiación y a consolar Mi corazón que sangra? Arrepentíos para que Mi Hijo os mire, Mis amados hijos, con favor. Pondré a vuestros ángeles guardianes a vuestro lado e imploraré el Poder Divino. El tiempo es corto en el que aún podéis expiar. Lleno de anhelo, Mi Hijo mira vuestra prontitud y disponibilidad.

Mirad a la inmensidad, Mis hijos. No es sólo en vuestras familias donde están ocurriendo injusticias y contiendas; pecados graves están cubriendo todo el mundo. Esta culpa se está haciendo cada vez más grande. La incredulidad se multiplica y la apostasía no puede detenerse.

Cuántos de Mis hijos han caído al mundo y a los poderes satánicos. No están preparados para dar marcha atrás. Por eso hay tantas enfermedades en el mundo. Muchos enfermos se han puesto a disposición de Mi Hijo como almas expiatorias. Están listos para los sufrimientos de expiación más severos. Consagraos a Mi Inmaculado Corazón, porque este, Mi corazón, quiere ganar con vosotros.

Sí, ahora comienza la batalla más grande. Estad preparados para luchar conmigo. No la evitéis, incluso si tenéis que soportar dificultades. ¿No os he prometido estar con vosotros? No busquéis consuelo en este mundo. El Cielo tendrá que permitir muchas cosas, para que podáis salvar almas de la corrupción eterna. Alegrías eternas os serán dadas si perseveráis. El tiempo de Mi Hijo vendrá muy pronto.

Sois amados con amor eterno. La Divinidad vive en vuestros corazones inflamados y este amor quiere ser transmitido. Proclamad las palabras de Mi Hijo. Muchos están esperando vuestra firmeza. Permaneced firmes y tranquilos en vuestras dificultades, porque seréis fortalecidos con poder divino. Ahora os bendeciré con cuidado maternal en la Trinidad de Dios, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Amén. Amad el Cielo y no ceséis en la expiación, el sacrificio y la oración.