Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania
sábado, 7 de diciembre de 2013
Sábado de expiación y Cenáculo del Corazón de María.
Nuestra Señora habla después de la Santa Misa Sacrificial Tridentina según Pío V a través de su instrumento e hija Ana.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo Amén. Hoy hemos celebrado el Cenáculo. El altar del sacrificio, el altar de María y también la enfermería donde yo estaba, estaban iluminados.
Nuestra Señora dirá: Yo, vuestra queridísima Madre Celestial, os hablo hoy unas palabras, Mi amado pequeño rebaño, Mis amados seguidores y Mis amados hijos de cerca y de lejos. Habéis entrado hoy en Mi Cenáculo, en la Sala de Pentecostés. Habéis escuchado Mis palabras.
Sois Mis hijos amados. El tiempo de la gran batalla contra el mal ha comenzado. Vosotros, hijos Míos, luchad Conmigo, vuestra Madre queridísima. No cejáis en la lucha porque sabéis que la verdad sigue siendo la verdad, y lucháis por la verdad. Yo, vuestra Madre Celestial, os anuncio una y otra vez la verdad, Mis amados hijos de María. Todos sois míos y la victoria es nuestra. Cómo os amo en esta lucha.
Sí, ocurren cosas crueles. Y tú, mi pequeña amada, has recibido la gran expiación especialmente porque la lucha es muy grande. Te preguntas por qué tienes que sufrir tanto. Sufres por todo el mundo, no por ti misma, Mi amada pequeña. ¿No soy Yo tu madre que está a tu lado, que te apoya y que te ama? Felizmente te miro, porque quiero darte esta luz del niño Jesús, que brilla en Sus ojos. Tus ojos también brillarán.
Es el tiempo de preparación para la Navidad: el Santo Adviento. Adviento significa preparación y espera. Esperáis al querido niño Jesús, porque Él möouml;chte nacerá de nuevo en vuestros corazones. Vuestra queridísima Madre, vuestra Madre Celestial, se encargará de ello. Quiero llevarlo a vuestros corazones. Ya ahora lo estoy deseando, cuando pueda traeros al querido niño Jesús. Vuestros corazones están abiertos de par en par y os alegráis, aunque el sufrimiento sea abrumador en este momento.
El nacimiento de Jesucristo en el establo de Belén lo superará todo, porque el amor brillará desde Sus ojos hasta vuestros corazones. También vuestros ojos deben reflejar el amor. Acogeréis al pequeño niño Jesús y lo sopesaréis en vuestros corazones. Lo consolaréis, porque necesita vuestro consuelo en este tiempo. Es difícil creer cómo la gente odiosa ya persigue hoy al pequeño niño Jesús y destruye la fe, la verdadera fe.
La persecución ha comenzado. Tú también eres perseguido en cierto sentido. Todo el que cree en la verdad debe ser perseguido, porque Jesucristo, el Hijo de Dios, también fue perseguido. Si sois Sus descendientes y estáis en Su camino, entonces también tendréis que soportar el sufrimiento. Este sufrimiento os resultará a menudo incomprensible, porque apenas podréis soportarlo. Sólo podréis decir una y otra vez "Sí, Padre, por ti soporto este sufrimiento, por ti y por el mundo, para que el mundo acepte la redención, las gracias de la redención, porque Jesucristo, el Hijo de Dios, ha redimido a todos los hombres mediante Su sufrimiento en la cruz. Pero la gente no cree en ello. Piensan que ellos mismos pueden dar forma a toda su vida. Se olvidan de Jesucristo, el centro de sus vidas. En el ajetreo del mundo difícilmente encontrarán la paz y sentirán el amor de Jesucristo. Pero tu Madre Celestial quiere que todas las personas abran las puertas de sus corazones para que pueda entrar la corriente de amor. Yo, como Madre Celestial, quiero daros esta corriente de amor.
La santidad os rodea en este Cenáculo. En santidad lo habéis celebrado. Vuestros corazones se han calentado. El amor se derramó en vuestros corazones. Ya no estaban fríos, al contrario, la corriente de amor los calentó. Ésta es la santidad en el corazón, donde el querido niño Jesús debe tener Su lugar. Allí nace y allí llamará a la puerta. La cuna se colocará en vuestros corazones. Ahí está la preparación, el Adviento. El sufrimiento también forma parte de la preparación.
¿Acaso Jesucristo, el Hijo de Dios, no nació en un frío establo? ¿No fue eso sufrimiento? ¿Os imagináis que el Hijo de Dios, a quien pertenece el mundo entero, que lo creó todo, naciera en un pobre establo y yo, como Madre, como Corredentora, fuera testigo de ello? Qué triste fue para mí. Pero hoy me reconfortas. Porque, como sabes, todos los hombres que creen se preparan para la Navidad en este tiempo de Adviento.
¿No es la santísima Navidad algo muy grande que anhelamos? Vuestros corazones están llenos de anhelo y también Mi corazón, el corazón de vuestra Madre Celestial, está esperando a Su Hijo Jesucristo. En Mi corazón Él ha fijado su residencia.
Ahora nos acercamos a la fiesta de la Inmaculada Concepción. Habéis guardado devotamente la novena. Por ello os doy las gracias. Inmaculado es Mi corazón. Y lo celebraréis el próximo domingo, 8 de diciembre. Este Corazón Inmaculado quiere entregarse a vosotros, especialmente a vosotros, Mis amados hijos sacerdotes. Debéis anhelar Mi Corazón Inmaculado para que vuestros corazones se liberen, libres de poderes satánicos, de sacrilegios, de actos modernistas maliciosos en la mesa de molienda. El altar del sacrificio es lo más importante. También debería ser lo más importante para vosotros, sacerdotes. El Santo Sacrificio de la Misa, donde Jesucristo se ofrece a Sí mismo en el altar del sacrificio, tiene un valor tan grande que no podéis imaginarlo. Amadle, Mis amados hijos sacerdotes, y celebrad el Santo Sacrificio de la Misa por amor, por amor a Él, porque Él también murió por vosotros. Él os ha llamado a este oficio del sacerdocio.
Un nuevo sacerdocio os espera. Ha de ser creado de nuevo. Este es mi deseo y mi voluntad. Si de momento no es posible, no desesperéis, mis queridos hijos. Esperad con paciencia hasta que lo vea cumplido mi deseo y mi voluntad. A menudo hay obstáculos en el camino que quieren desactivar este plan. Pero no es posible, porque Yo, el Dios Trino, estoy por encima de todo. Yo vigilo a Mi Iglesia recién fundada. ¿Puede esta Iglesia, que está en ruinas, convertida ya en polvo, traeros la salvación y daros el Poder Divino para seguir adelante, para tener esperanza y confianza? ¡No! Os muestra una y otra vez la destrucción completa. ¿Puede este falso profeta Francisco seguir proclamando la verdad impidiendo Mi Santa Fiesta del Sacrificio, como les ocurrió a los Franciscanos de la Inmaculada Concepción? ¿Es posible que un Santo Padre, el Pastor Supremo, no considere significativa la Santa Fiesta del Sacrificio y no quiera celebrar este gran sacrificio? Al contrario, trata de impedirla y de hacer perseguir a los sacerdotes que la celebran. ¿Cuántas crueldades más quiere cargar en su corazón? A pesar de todo, quiero que proclame la verdad al mundo. Quiero presentarle la verdad. Aunque haya sido nombrado Pastor Supremo por los masones, quiero que se convierta, que se dé cuenta de lo que ha hecho mal, que se convierta y llegue al conocimiento para proclamar la verdadera fe.
Vosotros, hijos míos, veis como algo desesperanzador que esto pueda suceder. Pero donde hay desesperanza, allí estoy Yo. Tengo posibilidades de cambiar esto. El gran Dios, el Todopoderoso, el Dios Trino es el soberano del mundo entero. Él es el amor en persona y tiene posibilidades donde ya no las hay. Se te permitirá ver esto, si confías y crees. La fe católica, la verdadera fe, te sostiene en un amor especial. Pues el amor se ha convertido y siempre ha sido lo más importante para ti. Por eso os agradezco que queráis perdurar y perseverar en el amor, porque el amor lo superará todo. Creed, Mis amados hijos de María, que Mi Hijo Jesucristo está trabajando en el mundo y como Padre Celestial juzgará todo lo que haya que juzgar y enderezará lo que haya que enderezar. ¡Él está despierto! Tiene el cetro en la mano. Y nadie puede arrebatarle este cetro.
Os amo, Mi amado pequeño rebaño, que creéis, confiáis y perseveráis. Vosotros sois míos. Sois mis hijos, mis hijos de María, de los que no me alejo, sino a los que abrazo, abrazo con amor. Debéis sentirlo, hijos míos, porque el amor perdurará. Os fortaleceré hoy, en este día. Sé que estáis al final, al final de vuestras fuerzas humanas. Pero el Amor Divino vendrá sobre vosotros. Os mostrará el camino para que podáis y queráis continuar.
Y así te bendigo hoy con todos los ángeles y santos, con legiones de ángeles que están a Mi alrededor y quieren estar a tu alrededor, en el triple Poder Divino, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Permaneced en el amor, pues perdurará y seréis fortalecidos con el poder divino!
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