lunes, 27 de mayo de 2013

Mensaje de Nuestro Señor a Edson Glauber en Kurescek, Eslovenia

Hoy aparecieron Nuestro Señor y Nuestra Señora. Los dos estaban vestidos de blanco y fue Jesús quien me dio el mensaje en este día:

¡Mi paz sea con vosotros!

Yo soy Paz. Yo soy Amor. Venid a mi Corazón y beberéis de la fuente de agua viva. Abrid vuestros corazones. Creed más y más, porque aquel que tiene fe y cree es aquel que permanecerá y estará preparado para pertenecer un día a la gloria de mi reino.

Pedid, pedid la fe que remueve montañas. ¡No dudéis! Muchos necesitan fe, pero no la piden constantemente en sus oraciones. Tantas dudas y falta de fe hoy en día. Envié a mi Santísima Madre a vosotros en muchas partes del mundo y la envío a vosotros hoy, pero muchos permanecen indiferentes y fríos ante sus mensajes y ante su amor inmaculado y maternal.

Cuántos mensajes mi Madre, por mi mandato, ya os ha comunicado, pero ¿cuántos son aquellos que viven y meditan hoy en ellos? Aprended de mi Madre a meditar en el silencio de vuestros corazones todo lo que estoy logrando, en estos últimos tiempos, con tantas apariciones.

El Espíritu Santo está soplando donde Él quiere y os está enseñando todo lo que os he hablado en el Evangelio. Vivid y meditad mis Sagradas Palabras, y vuestro país recibirá mi misericordia en profundidad.

Aquí hay un lugar santo, una fuente de gracia para vuestras familias. Quien venga a este bendito lugar con un corazón humilde no volverá a casa con las manos vacías. Os digo de nuevo: tened fe, creed, y los milagros ocurrirán en vuestras vidas. Os bendigo a todos: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!

Nuestro Señor nos pide fe. Si no abrimos nuestros corazones y entendemos este tiempo de gracia con los ojos de la fe, no podremos permanecer mucho tiempo en nuestro camino de conversión. La fe es esencial en nuestro camino espiritual. No podemos impedir la acción del Espíritu Santo. Es Dios quien prepara el camino que debemos recorrer en este mundo. El Señor espera de nosotros solo nuestra voluntad, nuestro sí, nuestra obediencia y humildad, ante sus diseños divinos, tal como la Santísima Virgen y San José fueron obedientes a las órdenes divinas. Jesús nos pide que meditemos sus Sagradas Palabras, para que permanezcan en nuestros corazones produciendo los frutos de la gracia del Espíritu Santo. Muchos piensan que es suficiente con decir sus oraciones e ir a Misa para cumplir con sus deberes cristianos, pero esto es solo el comienzo del camino con Dios para que podamos luego dar testimonio de su amor y presencia a nuestros hermanos y hermanas. Jesús oraba e iba a la Sinagoga, meditaba las Palabras contenidas en las Escrituras, pero luego salía a encontrarse con los más necesitados de luz y paz, tomaba la Palabra de Dios, anunciando la verdad divina con coraje y sin temor por el bien de muchos que acogieron sus enseñanzas. El cristiano católico también debe ser como Jesús, imitándolo y siguiendo sus pasos. Si no lo hacemos, ¿quién si Dios cuenta con nosotros? Ayudemos, por lo tanto, y la gracia de Dios no faltará, sino que siempre estará guiándonos e iluminando nuestros pasos por los caminos de la paz.