Mensajes a Ana en Mellatz/Goettingen, Alemania
miércoles, 19 de agosto de 2009
Vigilia, vigilia de oración por la vida no nacida
Nuestra Señora habla después de la Santa Misa Tridentina Sacrificial y después de la Vigilia en la Capilla de la Casa en Göttingen a través de Su instrumento e hija Anne.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo Amén.
Nuestra Señora dice: Yo, vuestra queridísima Madre de Dios, hablo hoy a través de Mi instrumento obediente, humilde y voluntario, e hija Anne. Mis amados, vosotros, Mi pequeño rebaño, habéis caminado hoy por la ciudad, en este día de vigilia de oración rezando el rosario, para rezar las pequeñas almas al cielo. Estas pequeñas almas con sus ángeles acompañantes fueron delante de vosotros y una gran multitud innumerable os siguió.
Hoy habéis rezado al cielo un gran, de hecho el mayor rebaño de pequeñas almas que se ha salvado hasta ahora. Me gustaría agradeceros como vuestra madre por hacer estos muchos sacrificios. Especialmente tú, mi pequeño, has sufrido inimaginablemente hoy. Te agradezco este sufrimiento y este sacrificio y expiación. No solo habéis salvado pequeñas almas, porque también estáis ahí para guiar a los sacerdotes al conocimiento. Y eso es lo que has hecho hoy con tu dolor. Hoy, mi pequeño, puedes usar una vez la pomada de cortisona.
Tú, mi pequeño, llevas el rostro de Cristo por la ciudad. ¿Has medido en tu sufrimiento lo que significa mostrar el rostro magullado a los hombres? Afortunadamente puedes aceptar este sufrimiento y dolor.
Salvaste estas pequeñas almas que fueron asesinadas hoy, porque me aseguré de que pudieran ir directamente al cielo. Vuestra queridísima madre tuvo que presenciar dos asesinatos hoy, cometidos por el médico, en el lugar donde estabais rezando, y casi me desmayo.
Qué gran sufrimiento es matar a estas pequeñas almas de una manera bestial. Este médico todavía no dejará de matar. En esta consulta médica o clínica rezaste por estos pequeños. Ellos están agradecidos contigo, y han ido directamente al cielo. Se alegraron de tu oración y te agradecieron y te saludaron con la mano.
También rezaste por estas madres que tuvieron a sus hijos asesinados. No pueden hacer frente a este sufrimiento solas. Yo, como Madre Celestial, quiero estar a su lado. Quiero tomarla en mis brazos porque también soy madre y tuve que sacrificar a Mi único Hijo por los pecados de todo el mundo. Qué dolor he sufrido y qué dolor sufro con vosotros, amadas madres, que habéis permitido que esto os suceda. Venid al Sacramento de la Penitencia de Mi amado Hijo. Allí seréis perdonadas. Allí se os da la salvación, porque vuestra alma está enferma, profundamente enferma. Por favor, no veáis a un terapeuta, porque no podrá ayudaros. Os guiarán en otra dirección, pero no en la dirección de la fe. Solo la fe puede curaros. Y Yo, la Madre Celestial, os guiaré a Mi Hijo. Para eso estoy aquí, queridas madres. Venid a Mí, el Corazón Inmaculado de vuestra Bendita Madre, vuestra queridísima Madre. Ella estará a vuestro lado en vuestro futuro camino. Y Yo, como Madre Celestial, os guiaré una y otra vez a Mi Hijo. Allí hay salvación. Allí se os dará la curación de vuestra alma.
Sí, Mis amados, una y otra vez vuestra queridísima Madre os agradece estos muchos sacrificios y la expiación con la que podéis salvar a muchas, muchas personas de la condenación eterna. Hoy habéis salvado las pequeñas almas. Mañana estaréis ahí para los sacerdotes, - para los sacerdotes incrédulos, para los obispos, para los cardenales y también para el Santo Padre. Mañana es el jueves del sacerdote. También mañana recibiréis un mensaje, el mensaje del Padre Celestial a un hijo de sacerdote.
Qué alegría es para vosotros estar en contacto una y otra vez con Mi Padre Celestial, con todo el cielo, con vuestra queridísima Madre, como en este día. Dad gracias e id cada paso obedientemente hacia el monte Gólgota. Dominaréis todo si vais paso a paso siguiendo a Mi Hijo Jesús Cristo. Solo entonces, cuando cumpláis todo en su totalidad, tenéis la protección total del cielo, porque el evento está a la puerta. Mi Hijo vendrá en este evento y Yo, como Madre Celestial, puedo pisotear la cabeza de la serpiente.
Vosotros, Mis hijos de María, seguid con estos pasos. Os agradezco que toméis Mi mano y caminéis conmigo. Estaré a vuestro lado en toda situación porque vivo en vuestros corazones con Mi Hijo Jesús Cristo. Lo recibís diariamente en la Sagrada Comunión. Esta es la unión con Mi Hijo, con Su corazón y el corazón de vuestra madre. Yo también vivo en vuestros corazones y nunca os dejaré y estaré a vuestro lado en vuestras necesidades y miedos y también en vuestras enfermedades.
Os amo y quiero bendeciros ahora en la Trinidad con todos los ángeles y santos y también con estas pequeñas almas. Ellos también pueden bendeciros hoy - esta conspicua manada. Sed bendecidos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Vosotros, Mi querido pequeño rebaño, tenéis la protección total del cielo. No desarrolléis miedos en esta última fase porque estoy con vosotros y vendré con Mi Hijo y os protegeré. Amén.
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