Mensajes de diversas orígenes
miércoles, 28 de febrero de 2024
Por favor, hijos, transformad vuestros corazones de piedra en corazones de carne palpitantes de amor por Jesús
Mensaje de la Santísima Virgen María a Ángela en Zaro di Ischia, Italia, del 26 de febrero de 2024
Esta tarde la Madre se presentó como Reina y Madre de todos los Pueblos. La Virgen María llevaba un vestido rosado y estaba envuelta en un gran manto azul verdoso. Tenía las manos juntas en oración y en ellas una larga corona del santo rosario, blanca como la luz, que le llegaba casi hasta los pies. Sus pies estaban descalzos y descansaban sobre el mundo. El mundo giraba y en él se veían escenas de guerra y violencia. La Virgen María, con un ligero movimiento, deslizó parte de Su manto y cubrió parte del mundo. La Madre tenía un rostro muy triste y una lágrima surcaba Su rostro.
Alabado sea Jesucristo.
Queridos hijos, estoy aquí porque os amo, estoy aquí por la inmensa misericordia del Padre.
Hijos míos, Mi corazón está traspasado al veros tan cerrados e insensibles a Mis constantes recordatorios.
Hijos míos, estoy siempre con vosotros y rezo por cada uno de vosotros y por vosotros.
Hijos míos, éste es un tiempo de gracia, éstos son días favorables para vuestra conversión. Por favor, hijos, volved a Dios, no seáis tibios, decid vuestro sí. Llevo mucho tiempo aquí entre vosotros, pero seguís siendo tibios e indiferentes. Por favor, hijos, transformad vuestros corazones de piedra en corazones de carne palpitantes de amor por Jesús.
Hijos míos, también hoy os pido oración, oración hecha con el corazón y no con los labios. ¡Rezad, hijos míos!
Mientras la Madre decía «orad hijos míos», a la derecha de la Virgen María, vi a Jesús, estaba en la cruz. Su cuerpo estaba dolorido, tenía las marcas de la pasión y de la flagelación.
La Madre se puso de rodillas ante la cruz (delante). Miró a Jesús sin hablar, sus miradas hablaron, sus ojos se encontraron. Entonces la Madre me dijo: «Hija, juntos adoramos en silencio y por cada llaga de Su cuerpo pon una intención de oración».
Recé en silencio como me pidió la Virgen.
Finalmente Ella bendijo a todos. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
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