Querido hijo, soy María, tu Madre.
El Camino que lleva al Cielo es un Camino difícil, y para alcanzarlo se requiere una gran disciplina. Esta disciplina debe unirse a la de Mi Hijo Jesús mediante ORACIÓN Y CONSTANCIA. Así es como los seres humanos, que fueron creados por el Amor, se unen con su Creador.
A través de esta Vida de Dios dentro de él, absorbe la Luz de la Verdad y permite ser guiado por el Espíritu Santo.
Quien cree en la Voluntad Divina de Mi Hijo avanza en fe y no tiene nada que temer; por el contrario, se convierte en un guía para sus hermanos.
El declive de los seres humanos proviene de su falta de fe.
Los que no creen en Dios se marchitan y no dan fruto.
El "JUGO" que los mantiene en la Verdad es el Fuego del Amor; y este Fuego proviene del Don de Mi Hijo en la Cruz para la redención de sus pecados.
Nunca debemos olvidar que los seres humanos no son más que polvo, y solo a través de la Divinidad de Mi Hijo infundida en ellos se convierten en seres semejantes a Dios.
Su humanidad debe desaparecer para dar paso a la Divinidad de su Creador.
La voluntad humana no tiene valor en sí misma, y por eso el hombre debe despojarse de todo lo que pertenece a su propia voluntad, así como de todo lo que pertenece a su satisfacción personal y todo lo que está centrado en su "YO" PORQUE NO PERTENECE A LA VOLUNTAD DIVINA.
El hombre debe volverse SANTO como su Creador, y así las Puertas del Cielo se le abrirán.
Hoy, te pido que reces más que nunca, para que más de mis hijos encuentren la fe.
Gracias, querido hijo, por escuchar. Te bendigo a ti y a todos aquellos que son queridos para ti."
María, tu Madre que te colma de todo Su Amor