Mensajes a Edson Glauber en Itapiranga AM, Brasil
miércoles, 15 de septiembre de 2010
Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

Paz, mis queridos hijos, ¡paz para todos ustedes!
Hijos míos, consuelen mi Inmaculado Corazón, que llora de dolor por tantos pecados que mis hijos ingratos cometen contra mi Divino Hijo y contra mí, su Santísima Madre. Miren mi Corazón…
Nuestra Señora me mostró su Inmaculado Corazón terriblemente herido, heridas vivas y abiertas, como si hubieran sido quemadas por las puntas de hierros calientes.
Cada herida es causada por pecados terribles, causando un profundo dolor a mi alma. ¿Por qué mis hijos no quieren amar al Señor? ¿Por qué no escuchan mis súplicas? Hijos míos, vivan mis llamados. Vivan todo lo que les digo para merecer la mirada misericordiosa del Señor.
Vean, hijo mío, cuánto sufrió mi Hijo Jesús…
Nuestra Señora me mostró los momentos en la vida de Jesús cuando estaba sufriendo, siendo ultrajado, burlado, humillado y torturado terriblemente por sus ejecutores.
Miren lo que cometen los hombres hoy en día!...
A continuación vi a Jesús siendo terriblemente ofendido en la Eucaristía, en las Iglesias, en sus imágenes sagradas, el desprecio, la indignación y el sacrilegio que recibe a diario por millones de personas en todo el mundo. Fue terrible ver escenas tan sucias y pecados horribles siendo cometidos contra Dios y el cielo. ¿Cómo pudo la humanidad caer tan bajo y despreciar el amor infinito y misericordioso de Dios de esta manera? Qué triste y dolorosa estaba Nuestra Señora mostrándome todo esto. Sus ojos misericordiosos estaban a punto de derramar abundantes lágrimas. Brillaban por el reflejo de esa luz más hermosa que la envolvía y irradiaba de su Inmaculado ser.
Digan a sus hermanos que hagan reparación con sus oraciones por estos terribles crímenes y pecados que están atrayendo la Divina Justicia de Dios. Los amo y no quiero que nadie se condene a los fuegos del infierno. Oren mucho, porque el diablo quiere la perdición de sus almas y las almas de todas las demás personas. Acepten y vivan lo que les estoy diciendo. Es por su propio bien, hijos míos. Presten atención a mis llamados. Es muy serio, hijos míos.
Grandes calamidades están llegando y ya están a la puerta. Que todos sepan de mis llamados a la conversión. Difundan mis mensajes. Cada uno de mis mensajes atrae una lluvia de gracias del cielo. Díganle a todos sobre mis llamados, y ayudarán a renovar muchos corazones que están lejos de Dios.
Siempre estaré a su lado cuando hablen de mis llamados. No se avergüencen ni tengan miedo. Los amo y los bendigo con mi bendición maternal. Los bendigo a todos: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!
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