Mensajes para Marcos Tadeu Teixeira en Jacareí SP, Brasil
viernes, 7 de diciembre de 2018
Sed hijos de la Inmaculada Concepción pisando cada día la cabeza de la serpiente rezando el Santo Rosario

Mensaje de Nuestro Señor Jesucristo - Vigilia de la Fiesta de la Inmaculada Concepción
«Queridos hijos míos, yo, Jesús, el Sagrado Corazón, vengo esta noche, en la víspera de la Inmaculada Concepción de mi madre, para deciros a todos: ¡Soy el hijo de la Inmaculada! Por tanto, sed hijos de la Inmaculada si queréis ser mis verdaderos discípulos.
Dije en mi palabra: «El siervo no es mayor que el Señor». (Jn 13, 16) ¡El siervo, el buen siervo, es igual a su señor, y el buen discípulo se hace igual a su señor! Yo era hijo de la Inmaculada. La amé toda mi vida, estuve con ella toda mi vida. La obedecí por amor, la obedecí para cumplir la voluntad del Padre. Y como bien dijo mi servidor Luis de Montfort, di más gloria al Padre obedeciendo en silencio a María en Nazaret durante treinta años que en los tres años de mi vida pública. Si queréis ser verdaderos siervos míos y verdaderos discípulos míos, ¡sed también hijos de la Inmaculada!
Sed hijos de la Inmaculada Concepción, obedeciéndola por amor como hice yo. Obedeciendo todas las órdenes que mi madre os da en sus mensajes, que de hecho son mis órdenes de amor. ¿Y qué os manda mi madre? ¡Rezad! ¡Amad! Haz sacrificios por la salvación de los pecadores. Sed buenos... ¡haced el bien a todos! ¡Hazme caso! Vivid una vida santa según mis mandamientos.
Sed hijos de la Inmaculada Concepción obedeciéndola en el amor y con el amor, imitando sus virtudes, imitando la humildad de mi madre, imitando la obediencia de mi madre a mi Padre Eterno y también a mí. Imitando el Espíritu de pobreza de mi madre, teniendo un corazón pobre de deseos mundanos y deseoso sólo de mi amor, del amor divino.
Imitar la inocencia de mi madre teniendo un corazón puro como el suyo que no tenía nada de mundano.
Imita también la paciencia de mi madre en los sufrimientos, dificultades y pruebas de la vida. Ella fue la única que estuvo al pie de mi cruz en lo alto del Calvario.
Imita la firmeza, el valor y la fortaleza de mi madre para ser fuerte en las pruebas.
Imita la magnanimidad de mi madre emprendiendo cosas difíciles por mí como hizo ella. Aceptó ser la madre del hijo de Dios que conocía muy bien por las escrituras, que era el varón de dolores que sería rechazado, crucificado y asesinado por su propio pueblo, y aceptó esta dura misión de ser la madre del varón de dolores con valentía y soportando, soportando todas las consecuencias de esta decisión, de esta elección suya.
Imita la longanimidad de mi madre, que fue capaz de perdonar a Pedro que me negó tres veces, fue capaz de perdonar a los apóstoles que me abandonaron en mi Pasión e incluso habría perdonado a Judas si éste le hubiera pedido perdón. Imita la longanimidad de mi madre para saber creer, para saber esperar.
Imita la fe de mi madre que, aun viéndome llorar, temblando de frío en el pesebre de Belén, creyó que yo era el Dios supremo de todas las cosas.
Viéndome huir de Herodes, creyó que yo era el rey de reyes, y después, viéndome clavado en una cruz muriendo de dolor, creyó que resucitaría al tercer día, como había dicho.
Imitad la fe de mi madre y así seréis verdaderos hijos de la Inmaculada.
La Inmaculada es aquella de la que se dijo en el Génesis: «Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te aplastará la cabeza cuando intentes morderla en el talón». (Gén. 3:15)
Sed hijos de la Inmaculada pisando todos los días la cabeza de la serpiente, rezando el santo Rosario de mi madre, obedeciendo los mensajes de mi madre y luchando con ella por salvar a las almas y por llevar al mundo entero hacia mí, porque yo soy el camino hacia la verdad y la vida y quien me sigue no camina en las tinieblas. Rezad todos los días el Rosario de mi madre, porque en el Rosario alabáis a mi madre y también a mí cuando decís: ¡Bendito es el fruto de tu vientre Jesús!
En cada cuenta del Rosario alabáis a la madre y también al hijo, llevando, el Rosario nos glorifica a los dos y en ese momento sagrado del Rosario es el momento en que derramo la mayor cantidad de gracias de mi corazón divino sobre toda la humanidad. No podéis imaginar cuantas almas son salvadas por el poder del Santo Rosario.
Rezad el Rosario y Brasil se salvará del comunismo y de todo mal.
Rezad el Rosario y el mundo se convertirá y tendrá paz.
Rezad el Rosario y el diablo, el enemigo, no podrá acercarse a vuestras familias.
Rezad. Rezad. Rezad. Porque el mundo va mal por falta de oración.
Necesito almas, místicas rosas blancas de amor, rojas de sacrificios, amarillas de penitencia, que con su vida perfumada de oración, sacrificios y mucha expiación ayuden a mi madre a salvar a los pecadores, a salvar a tantas almas necesitadas.
Dame hoy tu sí y haré tantas maravillas en tu vida como hice en la vida de mi siervo Gabriel de los dolores de mi madre.
Haré en ti una obra de santificación tan grande que, al verte, el mundo entero me glorificará y creerá de verdad que yo soy la verdad, yo soy el amor, yo soy la vida, y quien me ame, quien crea en mí, tendrá la vida eterna.
¡Rezad, rezad y rezad! Ahora os bendigo a todos, especialmente a ti mi querido hijito Marcos, mi alma reparadora.
Sí, con el sacrificio de tus dolores de cabeza de anoche, aunque fue de menor duración pero de mayor intensidad, este sacrificio que me ofreciste con mucho amor y paciencia, salvó a trescientas veintisiete mil cuatrocientas dos almas. Muchas almas salieron del purgatorio hijo mío, muchas. ¡Por tu sacrificio! Y tu padre Carlos Tadeo recibió hoy ochenta y cinco bendiciones especiales de mi Sagrado Corazón. También cuatro castigos que vendrían a cuatro naciones de Europa fueron cancelados. Estas naciones han provocado la justa ira de mi Padre por los crímenes y pecados atroces que en ellas se cometen.
Y su sacrificio ha servido para quitarles el castigo y conseguir más tiempo para que se conviertan. Continúa ofreciendo a mi hijo porque muchos en agonía, antes de que se cortara el último hilo que les ataba a esta vida, se arrepintieron, pidieron perdón por su vida tomada sin mí y lograron la salvación yendo al purgatorio.
Continúa ahora purificando esas almas, ayudando a esas almas a salir del fuego del purgatorio lo antes posible. ¡Está en tu poder ayudarlas! ¡Está en tu poder aliviarlas! ¡Ayúdalas! Haz cada vez más de tu vida un sacrificio de amor por las almas que tanto lo necesitan.
Yo te bendigo y te digo Sufre, sufre con amor. Sufre con amor por mí, pues así te me pareces a Jesús crucificado, a Jesús en la cruz, a Jesús amor. Y así, una vez más, el amor y la gracia triunfan en el mundo del mismo modo que en la cruz mi amor triunfó sobre el infierno, el pecado y Satanás.
Continúa con el sacrificio. Mañana es el día en que más almas salen del purgatorio. Es el día en que una mayor lluvia de gracia cae sobre los pecadores y sobre toda la humanidad. Así que ofrece el sacrificio con alegría esta noche, para que se salven muchas más almas.
A todos bendigo y digo ¡Rezad! Con la oración podéis conseguir cualquier cosa de mi Padre y todo lo que pidáis en mi nombre os será concedido. Y todo lo que me pidáis en nombre de mi Madre, tampoco os será negado.
Ahora os bendigo a todos con amor desde Dozulé, desde Pontmain y desde Jacari».
Mensaje de María Santísima
«Queridos hijos, soy la Reina y Mensajera de la Paz. Hoy se cumple aquí otro mes de mis apariciones. Vengo del Cielo para deciros ¡Rezad el Rosario todos los días! Con el Rosario lo conseguiréis todo del Padre Eterno, porque cuando rezáis el Rosario se desprende una gran luz de vuestros corazones y labios, y cuando mi hijo Jesús os oye rezar: «Bendito fruto de tu vientre Jesús», mi hijo Jesús recuerda que gracias a mi sí puede encarnarse. Yo le di la naturaleza humana con la que, en la cruz, os redimió a todos vosotros, a toda la humanidad.
Recuerda entonces la deuda infinita de amor que tiene conmigo, su Madre, y por eso os concede siempre todo lo que pedís rezando mi Rosario, todo lo que pedís a través de mí. Sí, especialmente el Padre Eterno recuerda que gracias a mi sí se encarnó el verbo. Mi hijo Jesús recuerda que gracias a mi sí, en el silencio de mi casa de Nazaret que hoy está en Loreto, gracias a ese sí pudo hacerse hombre y morir en la cruz para salvar a toda la humanidad.
Entonces el Padre y el Hijo, inflamados de gratitud hacia mí, conceden todo lo que mis devotos piden a través de mi Rosario. Y el mismo Espíritu Santo recuerda también que gracias a mi sí pudo realizar la obra más grande ad extra, es decir, fuera de la Trinidad: Un Dios hombre, un Dios encarnado, ¡y así se realizó la obra de la Redención! Por eso la Santísima Trinidad concede todo lo que mis devotos piden a través de mi Rosario.
Sí, la misma Trinidad derrama gracias más como si fueran para mí que para los pecadores que muchas veces no merecen ser escuchados por sus pecados, pero como tiene un acto de humildad y piden a través de mí, obtienen todas las gracias.
Sí, mis santos ya han enseñado todo esto, pero necesito recordaros cuánto me ama la Santísima Trinidad y cuánto concede todo lo que mis hijos piden con confianza por mi Rosario.
Así que rezad el Rosario todos los días y se producirán verdaderas conversiones clamorosas. Brasil se salvará de la violencia, se salvará del comunismo, se salvará de todo lo que mi enemigo ha planeado contra él. El mundo se salvará de la tercera guerra mundial y reinará sobre la faz de toda la tierra un tiempo de paz. ¡Vendrán Cielos Nuevos y Tierra Nueva! Un tiempo de alegría, santidad y amor a Dios como nunca se ha visto en la historia de la humanidad.
¡Reza el Rosario y espera! Con el Rosario podrás cambiar todo lo que en tu vida sigue siendo una cruz pesada y aplastante, ¡o podrás transformar todo lo que en tu vida no es bueno en victoria y gloria para el Señor!
Reza. Reza . y reza. ¡Yo soy la Inmaculada Concepción! Si la madre es inmaculada, inmaculados deben ser también los hijos. Todo buen hijo se asemeja a su madre. Intenta imitar y ser como su madre. Si la madre es inmaculada, inmaculados deben ser también los hijos. Por tanto, renuncia a todas las cosas mundanas, ten un corazón pobre, sé pobre de espíritu, pobre de deseos mundanos, y desea sólo el amor de Dios, su gracia, su ley de amor.
Imita a la Madre. Imita a la Inmaculada teniendo en ti un corazón puro que de cosas mundanas, de malicia mundana, de astucia mundana, de falsedad mundana, de deshonestidad mundana, de orgullo mundano, de vanidad mundana, de impureza mundana no tenga nada.
Ten en ti, crea en ti un corazón que sólo tenga amor, sólo bondad, pureza de intención y de obras, para que así verdaderamente Dios sea glorificado en ti y por ti y a través de ti, todos sientan el amor del Padre, crean en el amor del Padre y digan sí al amor del Padre.
¡Imitad a la Inmaculada! ¡Imita a mis hijos ante mí! Imitad mi humildad, reconociendo en vosotros la nada y buscando sólo agradar a Dios, sirviendo a Dios haciendo su santa voluntad y reconociéndoos a vosotros mismos, dependiendo de Dios.
Imitad a la Inmaculada, imitad a la Madre del Cielo imitando verdaderamente mi obediencia al Padre.
Mi hijito Marcos lo ha dicho muy bien en su ferviente oración de hoy; ¡ya en mi Inmaculada Concepción di mi sí a Dios en cuanto le vi! En cuanto intercambié con él mi primera mirada. Era libre y podía amar o despreciar al Señor. Aunque la Inmaculada Concepción era libre, y aunque yo era totalmente pura, era libre de decir sí a Dios, aceptar o no su voluntad, y dije sí, amé a Dios desde el primer instante en que le vi, y desde el primer instante dije: «He aquí la esclava del Señor».
Desde mi Inmaculada Concepción hasta mi coronación en el Cielo siempre he sido la sierva. Cuando me coronó la Santísima Trinidad y los ángeles me proclamaron reina del universo, entonces dije: «Soy reina, pero sigo siendo la sierva». »
Imitan la obediencia de la Madre del Cielo, la Inmaculada, siendo los buenos siervos del Señor obedeciéndole en todo, haciendo lo que Él ordena en Su palabra, obedeciendo los mandamientos y viviendo una verdadera vida de santidad, dando al mundo un ejemplo luminoso de amor a la santidad, de fidelidad a Dios.
Si la madre es Inmaculada, los hijos deben ser inmaculados. Por eso, hijos míos, imitad a la madre del Cielo imitando mi fe. Incluso en el Calvario, viendo a mi hijo morir en la cruz, fui la única que siguió creyendo que al tercer día resucitaría.
Imita mi fe en los sufrimientos, en las pruebas, en las dificultades de la vida, creyendo que verdaderamente el Señor triunfará. Creyendo que el bien vencerá al mal, creyendo que en los sufrimientos, cuando la cruz duele y pesa, el Señor sigue teniendo el control de todo. Él es el capitán del barco de tu vida, del barco de la humanidad, y sabe cómo llevar este barco por las olas rebeldes hasta el puerto de la salvación. El enemigo intentará zarandear el barco muchas veces, el viento soplará fuerte, pero con Él al mando del barco de tu vida, de tu vida, llegarás con seguridad al puerto de la salvación. Y en este viaje yo soy la estrella brillante que con Jesús te guiará con seguridad por el camino de la santidad hacia el Padre, ¡hacia el cielo!
Reza cada día mi Rosario. ¡Con él se os dará toda la gracia, todo el bien!
Ahora os bendigo a todos con amor y especialmente a ti mi amado hijo Marcos. Mi obediente hijo que pasó toda la noche de ayer trabajando para mí para hacer mis Rosarios meditados para mis hijos y también mis videomensajes para salvar las almas de mis hijos.
Gracias hijo mío, gracias por el esfuerzo, gracias por el amor y también gracias por tus penas ofrecidas hasta la mañana con tanto amor y generosidad para las almas necesitadas.
¡Oh sí! ¡Oh sí hijo mío! Gracias por esta inmensa caridad con las almas. Sí, ¡has conseguido muchas gracias para la humanidad! Es necesario que sufras, que sufras más para que se salven más almas.
Es necesario que purifiques más almas. ¡El número de almas que se purifican es aún pequeño! Es necesario que purifiques más. Ofrece por ellas, ¡ofrece! Y también te bendigo a ti, mi querida y preciosísima hija Jean.
Gracias hijita por haber venido. ¡Yo quería que vinieras! Te doy las gracias por todo lo que has hecho por mi hijo Jesús y por la salvación de las almas. ¡Sigue adelante! Estoy y estaré siempre contigo y nunca, nunca te dejaré sola. Cuando cantáis mi corazón se regocija, las espinas de los pecados que el mundo comete cada día salen de mi corazón y del corazón de mi hijo Jesús. Me siento inmensamente consolada. Continúa hija mía para que se salven más almas.
¡Yo te ayudaré! ¡Mi hijito Marcos te ayudará! El rezará por ti y te ayudará como ya le estoy inspirando para que puedas continuar. Adelante hija mía hay muchas almas que salvar, muchas. Y gracias por tu sí porque permitió a mi hijo Jesús venir y vivir, reinar en muchos corazones que fueron tocados a través de ti. ¡Adelante! ¡Adelante hija mía! ¡Con el Rosario en tus manos obtendrás todas las gracias y vencerás!
Y yo también te bendigo, mi hijito querido Carlos Tadeo. Mi hijo predilecto de mi corazón, la fibra más profunda de mi corazón, el encanto y el consuelo de mi alma. Gracias, hijito, por todas las escenas que has hecho. Hoy es el día en que te doy un mensaje privado, aquí está:
¡Adelante mi guerrero! Adelante llevando mis mensajes. No tengas miedo de nada, ¡siempre estaré contigo! Mis ángeles y mis santos, los santos del Cielo, te acompañan y te protegen. Estoy muy contenta contigo y ahora, en este mes de diciembre, debes hablar más a las almas de la vida de mis hijos Gabriel de la Virgen Dolorosa, dándoles el vídeo que hizo tu hijo para darte a conocer y hacerme más amada y reinar en los corazones de mis hijos a través de él. También debo hablar más a mis hijos de la vida de mi siervo Juan María Vianney, para que mis hijos comprendan cómo deben ser santos, cómo deben amar a Dios y cómo, en verdad, deben buscar cada día más la santidad huyendo de las cosas mundanas que destruyen en las almas la gracia de Dios, que destruyen en las almas todo el bien que Dios hace.
Hablad también a mis hijos del poder de mi santo Rosario. Debéis hacer que mis hijos recen con vosotros el rosario meditado número once para que conozcan mejor las gracias de mi Rosario, el amor de mi corazón, y así, haced que se rece cada vez más el santo Rosario, porque a través del Rosario ganaré la última batalla de Lepanto que estoy librando ahora que es la batalla contra Satanás mismo y los últimos cuernos de la cabeza del dragón que quedan por cortar.
Como hace siglos gané la batalla de Lepanto por el poder del Rosario, ahora también, una vez más, triunfaré por el Rosario. Ve hijo mío, ve caballero mío. ¡Anda! Y haz también que mis hijos recen el rosario de la misericordia número cien que tu hijo terminó esta semana por mi hijo Jesús y por mí.
Hay mucha luz ahí para mis hijos especialmente para los jóvenes. Que recen para que tengan la fuerza de despreciar las cosas mundanas y entren en el jardín sellado del Señor, el jardín sellado de mi corazón inmaculado donde cultivaré sus almas como las flores más puras y fragantes para ofrecérselas a mi hijo Jesús cuando vuelva en su gloria.
¡Adelante hijo mío! ¡Avanza, porque mi corazón inmaculado está contigo! Las almas a las que has difundido mis mensajes durante este mes ya han comenzado a rezar el rosario. Hace muchos años no rezaban nada y estas almas han salido de las tinieblas y empiezan a salir a la luz.
¡Gracias hijo mío! A todas estas almas les esperan verdaderas coronas en el Paraíso.
¡Adelante! ¡Hay que salvar más almas! ¡Ve mi cazador de almas ve y cásalas por mi y por mi hijo! Es necesario luchar, es necesario empuñar con fuerza la espada de la fe de la verdad y del amor.
Yo estoy siempre contigo y antes de que se te ocurra llamarme, ya estoy vigilando tu corazón y allí escuchando tus deseos. Estoy más unida a ti que la piel a tu carne y todo lo que tienes que hacer es pedírmelo e inmediatamente vendré, vendré a ayudarte, vendré a ayudarte.
¡Adelante! Porque tu hijo ofrece sacrificios por ti cada día. Él muere un poco cada día para que esa querida almita pueda vivir y así se hará. ¡Adelante! Porque pronto recogerás abundantemente los frutos de todo lo que ahora has plantado, y entonces, de verdad, ¡cantaremos victoria! ¡Adelante, hijo mío! Difunde mucho también este mes el rosario de mi Llama de Amor número uno, para que mis hijos lo recen, y así, cada vez más, abran sus corazones a mi Llama de Amor.
A ti a quien tanto amo y a todos mis hijos bendigo. Gracias por venir, mi hijito Carlos Tadeu. Desde el momento en que entraste en mi santuario, las espinas comenzaron a salir de mi corazón... Veintiún mil cuatrocientos ochenta y ocho salieron hoy y mañana saldrán muchas más. Gracias, hijo mío, porque tu presencia es amor y lo que he venido a buscar es amor, y el amor reconforta mi corazón y me hace regocijarme de alegría.
En tu venida aquí, en tu presencia aquí, mi amor descansa en el tuyo y el tuyo descansa en el mío. A todos bendigo ahora generosamente a Fátima, Lourdes y Jacareí».
Nuestra Señora después de los rosarios:
«Como ya he dicho, dondequiera que lleguen estos rosarios y objetos santos, allí estaré presente viva llevando las grandes gracias del Señor. Os bendigo de nuevo a todos para que seáis felices y os dejo mi paz».
8 de diciembre | Fiesta de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios
Mensaje de Nuestra Señora Reina y Mensajera de la Paz
«Queridos hijos, hoy os invito de nuevo a mirarme en el esplendor de mi Inmaculada Concepción. ¡Yo soy la Inmaculada Concepción! Soy la virgen toda pura, ¡soy toda bella, toda pulcra! Soy la que aparece en el cielo como un gran signo: una mujer vestida de sol, coronada de estrellas con la luna bajo sus pies, terrible como un ejército en orden de batalla. Soy la mujer profetizada y esperada durante siglos que debe venir al mundo para traer a todos con ella sí la salvadora, la redentora del mundo.
¡Soy la Inmaculada! Si la madre es inmaculada, inmaculados deben ser también los hijos.
Inmaculados deben ser los hijos, siguiendo a la madre por el camino de la oración, la penitencia, el amor y la bondad.
Inmaculados deben ser los hijos, siguiendo a la madre por el camino de la abnegación, del camino de la conformidad con la voluntad del Señor dando al Señor el verdadero sí de sus corazones.
Inmaculados deberían ser los hijos, siguiendo a la madre por el camino de la obediencia al Señor.
Fue mi obediencia la que trajo al Salvador al mundo. Fue la obediencia de mi hijo la muerte en la cruz que redimió a la humanidad. Fue la obediencia de mi hijo Gabriel a mis dolores la que trajo al mundo un torrente de tantas gracias que yo y mi hijo Jesús realizamos a través de él en el santuario donde vivió y donde está su cuerpo.
Es la obediencia la que transforma a la humanidad en cielo. Es la obediencia la que destruye todas las obras del rebelde desde el principio, del desobediente desde el principio: Satanás.
Cuando obedeces a Dios, a la voluntad de Dios, todas las obras de Satanás caen al suelo y son aniquiladas. Cuando obedeces a Dios, todo lo que Satanás hace en el mundo para sembrar el odio, la guerra, la confusión, la división, la anarquía, la rebelión contra el Señor, ¡se deshace!
Por eso mis hijos viven esta virtud que les hace tan semejantes a mí. Por la obediencia mi Gabriel ha vencido, por la obediencia tú también vencerás y triunfarás.
Inmaculados deben ser los hijos, siguiéndome siempre por el camino de la docilidad a la voz del Señor, haciendo conmigo siempre la repetición: ¡He aquí la esclava del Señor, hágase en mí siguiendo tu palabra, tu voluntad, Señor! Así, siguiéndome por el camino de la humildad, de la docilidad, de la obediencia, en tu vida el Señor podrá realizar su santa voluntad y su plan de amor.
Inmaculados debéis ser finalmente los hijos, diciendo siempre no a las cosas mundanas y a todas las tentaciones y diciendo siempre sí a todo lo que mi Hijo quiere de vosotros.
En el esplendor de mi Inmaculada Concepción debéis vivir cada día mirándome como el sol brillante que el Señor pone en el cielo de vuestras vidas para iluminaros y mostraros el camino. El signo que hoy he dado aquí, mostrándome en el sol a algunos de mis queridos hijos, sirve para deciros: Quien me mire no caminará en la oscuridad. Quien me mire estará siempre iluminado por la luz de Dios que vive, reina y actúa a través de mí. Quien me mire siempre estará iluminado y verá el camino correcto para alcanzar la salvación. Quien me mire vivirá en la luz y será luz para el mundo.
En el esplendor de mi Inmaculada Concepción debes vivir escuchando continuamente mi voz, dejándote conducir y guiar por mí, siguiendo el ejemplo de mi Divino Hijo Jesucristo, que se dejó llevar por mí en brazos, que se dejó alimentar por mí, nutrir por mí, formar por mí, educar por mí hasta la plenitud de su estatura y sabiduría.
Debéis imitar a mi divino hijo Jesucristo, dejándoos guiar por mí y renunciando al orgullo de la naturaleza humana que os lleva a querer ir por delante de mí sin mí. En el esplendor de mi Inmaculada Concepción debéis vivir así, en total dependencia y confianza en mi amor y guía maternos. Así podré guiarte verdaderamente por el camino que conduce al Cielo, que conduce a Dios, el camino de la santidad.
Por último, en el esplendor de mi Inmaculada Concepción debes vivir rezando el Santo Rosario todos los días, viviendo la verdadera devoción de esclavitud de amor hacia mí, renunciando a todo deseo tuyo de aceptar el plan de amor que el Señor me envió aquí a realizar, viviendo en una fe total y absoluta en la voluntad de Dios y dejándote guiar dócilmente por mí a lo largo del camino de la vida que es difícil y estrecho, ¡pero que es el único que conduce verdaderamente al Cielo!
Imitad a mi Gabriel desde mis dolores, en el amor, en la obediencia, en su docilidad siempre a mi amor y os prometo, que así como hice de él un gigante en el amor y en la santidad, así haré de vosotros gigantes en el amor, gigantes en la santidad. Y aunque no hagáis muchas obras, milagros públicos, vosotros. dejándoos guiar por mí, formándoos para mí en el amor y viviendo en el amor, haciendo las pequeñas cosas obedientemente, amorosamente cada día, vosotros también como él llegaréis a ser gigantes en el amor, gigantes en la perfección.
Os bendigo a todos con amor y especialmente a ti mi pequeño hijo Marcos. Gracias de nuevo por el sacrificio de tu dolor de cabeza ofrecido esta noche. Gracias porque se salvaron trescientas catorce mil almas. ¡Sí hijo! Salvadas por mi amor maternal, por el amor del Señor. Almas frías fueron tocadas en la hora de gracia de hoy al mediodía. Sus sacrificios volvieron a la tierra como una abundante lluvia de amor, bendición y gracia para tantas almas de mis hijitos necesitados.
Gracias también por los cien tercios de la misericordia que me has concedido hoy. Sus méritos también revirtieron en la salvación de otras cuatrocientas nueve mil almas, especialmente de Europa. Almas que se estaban enfriando en la fe, volviéndose frías como el mármol, fueron tocadas y se apasionaron hoy por el Señor. Buscaron el rosario, buscaron la oración y ahora puedo devolverlas a los brazos del Buen Pastor, ¡a los brazos del Padre!
¡Gracias! También gracias a los sacrificios que ofrecisteis hoy y a los cien tercios de Misericordia, vuestro padre Carlos Tadeo recibió cien mil bendiciones de mi corazón y del Corazón de Jesús. Y no creas que son muchas bendiciones, ¡porque yo, que soy toda llena de gracia, puedo dar a mis hijos todas las gracias y bendiciones que quiera!
Dios reunió todas las aguas y las llamó mar, Dios reunió todas las gracias y las llamó María.
Yo estoy toda llena de gracia y mucho más que el mar tiene gotas de agua, mucho más tengo yo gracias y bendiciones para dar a todos mis hijos. También sé, querido hijo, que muchas de estas bendiciones y gracias de hoy que han caído sobre estos mis hijos aquí presentes que rezaron tan ardientemente se debieron a sus sacrificios de esta noche y de los otros días y a los méritos de estos cien tercios de la misericordia que tanto agradaron a mi corazón y al corazón de mi hijito Jesús.
Gracias, gracias a todos esta noche os bendigo ahora con amor desde Lourdes, Fátima y Jacareí».
Mensaje de San Gabriel de la Virgen Dolorosa
«Queridos hermanos, yo, Gabriel de la Virgen Dolorosa, me alegro de venir hoy en el día de la Inmaculada Concepción de nuestra Madre y Reina para deciros: Sed las llamas ardientes del Amor que esparcen todo el fuego del amor divino sobre la tierra llevando a todos los corazones la gracia, el amor del Señor y también el amor de nuestra Reina.
Sed las llamas ardientes del amor, viviendo en el amor, viviendo siempre más en el amor y por el amor. Para ello, debes morir a ti mismo cada día y decir siempre sí a la voluntad del Señor, a la voluntad del Señor, para que realmente en ti se cumpla el plan de amor eterno para la salvación de tu alma y de muchas otras almas.
Sed las llamas ardientes del amor, que van por todas partes incendiando los corazones, llevando los mensajes de nuestra santísima reina, llevando el amor del Señor y su palabra, y sobre todo, siendo un ejemplo resplandeciente del amor, la santidad, la bondad y la ternura del Señor y de nuestra santísima madre.
Sed las llamas ardientes del amor rezando el Santo Rosario con amor cada día como yo rezaba, haciendo penitencia con amor y por amor cada día como yo hacía, tratando de hacer todo, cada tarea incluso la más dura, difícil, laboriosa e incluso humillante con amor. Para que tus obras asciendan al cielo como un diente de incienso de amor y se conviertan en las más brillantes monedas de oro de los más puros méritos de amor con los que conseguirás tu entrada en el paraíso y también conseguirás esta entrada para muchas, muchas otras almas.
Sed las llamas ardientes del amor, viviendo una vida de verdadero amor y consagración a María Santísima, amándola como yo la he amado, obedeciéndola como yo he obedecido, siéndole dóciles y obedientes como yo he ido hasta el final y os prometo el paraíso.
Os bendigo a todos. Os bendigo especialmente a mi querido hermano Marcos. Gracias por hacer la película de mi vida. Durante mucho tiempo he deseado que alguien se levantara para hacerme más conocido y amado, para sacarme del olvido en el que fui arrojado, para que muchas almas, especialmente los jóvenes, pudieran conocerme y a través de mí conocer y amar a nuestro Señor y a la Santísima Virgen María, y así, ellos también, dieran su sí a la llamada de amor de la Madre de Dios y así entregaran sus vidas al Señor para que como yo, pudieran salvar a muchas, muchas almas con sus vidas perfumadas de amor y santidad.
Gracias mi amado hermano porque ahora verdaderamente ha salido de mi corazón una espada de dolor que había estado clavada aquí durante muchos siglos. ¡Tú la has cogido! ¡Bendito seas por ello! Por cada alma que sea tocada y se convierta y responda sí al Señor siguiendo mi ejemplo cuando vea la película de mi vida, habrá tantas otras coronas de gloria que te daré no sólo a ti sino también a tu amado padre Carlos Tadeo que es tu consorte y a quien siempre compartes todo, todo lo que tienes, todo lo que recibes de nosotros desde el Cielo, y también los méritos de esta santa y hermosa obra que has hecho, podrás aplicarlos seguramente a cuantos quieras para lograr gracias para todos ellos y especialmente para tu padre.
Gracias, gracias, gracias. Lágrimas doradas descienden de mis ojos porque ahora, al ser conocido y amado gracias a ti, nuestro Señor y nuestra Señora también serán mejor conocidos y amados y, a través de ellos, ¡el Padre! Y así triunfará el amor eterno del Padre, triunfarán los corazones de Jesús, María y José.
¡Gracias Marcos! Te bendigo. Y te bendigo especialmente mi querido hermano Carlos Tadeo. Yo también soy uno de los santos designados por la madre de Dios para protegeros y custodiaros. Sí, cada día veintisiete de cada mes os daré una bendición especial y también cada sábado a las cinco de la tarde descenderé del cielo sobre vosotros y derramaré sobre vosotros y vuestra vida, sobre todos aquellos que también me recomendéis, abundancia de mis gracias celestiales. Gracias a todos los que me amáis y me escucháis con amor. Os bendigo a todos y os llevo a todos ahora en mi corazón. ¡Siempre estaré con todos vosotros! En las tribulaciones y sufrimientos, ¡llamadme! Y vendré a ayudaros a todos con mi amor. Os consolaré, os reconfortaré y os daré paz.
A todos bendigo con amor ahora desde Asís, desde Isola del Gran Sasso de Jacareí».
Orígenes:
El texto de este sitio web se ha traducido automáticamente. Por favor, disculpa cualquier error y consulta la traducción al inglés.