sábado, 15 de octubre de 1994

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber - Fiesta de Santa Teresa de Ávila

Estaba en la habitación de mi hermano orando, en el lugar donde vi por primera vez a la Virgen. Nuestra Señora apareció y me habló, diciéndome estas palabras:

¿Quieres hacer penitencia por tus pecados? Ámame. Que el amor sea tu penitencia.

Hijo mío, escribe mi mensaje de amor al resto de mis hijos: Soy la Madre de Dios y vengo a ti porque mi Hijo Jesús lo quiso! La Iglesia necesita continuamente numerosas oraciones. Reza por mis hijos sacerdotes. Necesitan tus oraciones.

El amor debe brotar de lo más profundo de vuestros corazones. Amáos los unos a los otros, como mi Hijo Jesús os ama. Recita el Santo Rosario con amor, con el corazón. Medita sus 15 misterios sagrados. Mi Hijo Jesús siempre te espera con los brazos abiertos. Quiere mucho ayudarte a superar todas las dificultades que encuentras en tu camino terrenal. Invocalo y Él te ayudará. ¡Él es tu gran amigo!

Soy la Madre de la Iglesia y la Iglesia sois todos vosotros, mis hijos. Confía y refugiate en el Sagrado Corazón de Jesús y en mi Inmaculado Corazón. ¡El amor debe reinar en vuestros corazones! Escríbeles: que crean como si me vieran. No os dejéis llevar por las perturbaciones. La paz debe reinar en sus corazones: ¡la paz que viene de Dios!

Hijos míos, no puedo responder a todas las preguntas que me hacéis, porque estoy principalmente cumpliendo la voluntad del que me envió, a la que me someto humildemente. No puedo interferir en los planes que Dios ha destinado para cada uno de vosotros. Solo puedo mostraros los medios y la forma en que cada uno de vosotros podrá cumplir la voluntad del Señor: a través de la oración, el sacrificio, la penitencia, la palabra de Dios y la Eucaristía. Rezad siempre el rosario y siempre tendréis más fuerza para superar las dificultades que encontráis en vuestras vidas. No esperéis respuestas porque no las obtendréis. Leed la Biblia. Allí encontraréis las respuestas a tantas preguntas. Pero os digo: convertíos. Cambiad vuestra vida. Seguid lo que os he dicho y veréis cuántas gracias os enviará Dios.

La oración debe ser una causa de alegría para vosotros, de un encuentro con Dios. Si aún no habéis alcanzado este objetivo, apenas podéis tener paz en vuestros corazones. Debéis esforzaros cada día. Entrad en el Espíritu de la oración. No puedo hacerlo por vosotros, pues sois vosotros mismos quienes debéis hacer un esfuerzo para ser mejores cada día. Esto tiene que venir de cada uno de vosotros. Solo entonces podréis decidir cada vez más por Dios.

Consagraos cada día a nuestros Sagrados Corazones, el mío y el de mi Hijo Jesús, y dadnos vuestras preocupaciones, trabajos, tristezas y sufrimientos para la conversión de las almas de los pobres pecadores. Sed atentos y vigilantes! Rezad para que no caigáis en la tentación, porque el enemigo está intentando a toda costa conducir a cada uno de vosotros a su camino de oscuridad y muerte. Rezad mucho, para que podáis superarlo. Armaos con el rosario y la Palabra de Dios. Una vez más repito: ¡el amor debe reinar en vuestros corazones! Con amor podéis hacer grandes cosas y grandes maravillas en vuestras vidas. Hijos míos, ¡vivid en el amor! Tened siempre vuestros corazones abiertos para Mi Hijo Jesús. Jesús está muy triste por la falta de amor en los hombres. Así que amad, amad, amad. Que el amor sea vuestro gran objetivo. Cuanto más améis, más puros os volveréis cada momento y cada día.

Nuestros Corazones, el mío y el de mi Hijo Jesús, están unidos en el Amor. Así también, vosotros debéis estar unidos en un amor constante por vuestro prójimo y por vuestro Padre Celestial. Vivid mis mensajes. Escuchad mis llamadas, y veréis lo felices que seréis aquí en la tierra, y más tarde, lo felices que seréis en la gloria del Cielo. Os amo y os bendigo a todos: en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. ¡Alabado sea nuestro Señor Jesucristo!