miércoles, 10 de febrero de 2010

Mensaje de Nuestra Señora Reina de la Paz a Edson Glauber

¡La paz esté con ustedes!

Queridos e amados hijos, Yo soy la Reina del Rosario y de la Paz, y vengo del cielo esta noche con Mi Hijo Jesús para invitarlos a la oración y a la conversión.

Hijos Míos, Dios los está llamando cada día a través de Mí a la conversión. Decidan por Dios ahora. Cambien su vida. Sean aquellos que consuelen el Corazón de Mi Hijo viviendo unidos a Él en amor y gracia.

Huyan del pecado, porque el pecado es un gran mal para su alma. Líbrense de todo lo que destruye la santidad de sus almas. Hoy, Mi Hijo concede una gran gracia a su ciudad. Yo concederé grandes gracias a todos aquellos que vengan a orar en este lugar donde Mi Hijo me ha permitido tocarlo con mis pies. Aquí Dios tocará los corazones de los incrédulos, los ateos, y aquellos que están lejos de la fe y que no creen en Mi amor y en Mi presencia como su Madre.

Yo soy la Madre de Dios, y he venido del cielo para conceder grandes gracias a sus familias. Ahora, hijos Míos, obedezcan, tengan fe y gran respeto, amor y adoración por Mi Divino Hijo Jesús y Él escuchará sus súplicas. Oren, oren, oren. Oren el rosario todos los días y Dios los bendecirá. Yo los bendigo a todos: en el nombre del Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. ¡Amén!

En esta aparición el Niño Jesús le pidió a Su Santísima Madre que tocara con sus pies virginales el suelo de la Iglesia donde yo estaba. Nuestra Señora me pidió primero que besara el suelo y hiciera tres cruces con mi lengua en agradecimiento a Dios por esta gran gracia. Todos aquellos que vayan allí en este lugar donde la Madre de Dios lo tocó con sus pies más santos pidiendo en fe y arrepentidos de sus pecados recibirán muchas gracias, grandes gracias. Si tan solo la gente pudiera entender qué gran Gracia Jesús ha concedido a Porto Alegre, a través de esta aparición de Nuestra Señora, cambiarían su vida y abandonarían su vida de pecado y falta de fe, volviéndose cristianos fieles y verdaderos, obedientes a la Iglesia y a sus Mandamientos.

Jeremías 4:5-13;

Lucas 21:20-24;